Los Dones Carismáticos: Bases Bíblicas y Tradición
Introducción
Hablar de los dones carismáticos es hablar del generoso regalo de Dios, de su Gracia actuando de manera sorprendente en nuestras vidas. Estos dones, o carismas, son manifestaciones especiales del Espíritu Santo que nos ayudan a profundizar en nuestra fe y servir mejor a nuestra comunidad. Como dice San Pablo a los Corintios: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero hermanos, que estéis en la ignorancia” (1 Cor 12, 1). Por lo tanto, es fundamental que entendamos y apreciemos estos dones, reconociendo su valor tanto en nuestras vidas personales como en la vida de la Iglesia.
Los Dones Carismáticos: ¿Qué son?
Los dones carismáticos son habilidades sobrenaturales otorgadas por el Espíritu Santo para el servicio de la comunidad. Incluyen, entre otros, el don de lenguas, el don de interpretación de lenguas, el don de profecía, el don de sanación, el don de milagros y el don de discernimiento.
Estos dones no se otorgan por mérito personal, sino por la generosidad divina. Como nos recuerda San Pablo: “A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho común” (1 Corintios 12:7).
Dones Carismáticos: Ejemplos Bíblicos
La Biblia ofrece numerosos ejemplos de los dones carismáticos en acción. En Hechos 2:4, vemos el don de lenguas en el día de Pentecostés, cuando los apóstoles fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas. En 1 Corintios 12:9, San Pablo habla del don de sanación, que permite a algunos sanar enfermedades en el nombre de Jesús.
Dones Carismáticos y Tradición de la Iglesia
La tradición de la Iglesia siempre ha reconocido la importancia de los dones carismáticos. Desde los primeros días del cristianismo, estos dones han sido vistos como signos de la presencia activa del Espíritu Santo en la comunidad de creyentes. A lo largo de los siglos, santos y teólogos han explorado y explicado estos dones, ayudándonos a entender mejor cómo podemos acogerlos y usarlos para el bien de la Iglesia.
Conclusión
Los dones carismáticos son un verdadero tesoro para la Iglesia. Nos permiten experimentar la Gracia de Dios de una manera especial, fortaleciendo nuestra fe y permitiéndonos servir mejor a nuestra comunidad. Por tanto, debemos buscar y acoger estos dones con corazones abiertos y humildes, siempre dispuestos a ponerlos al servicio del amor de Dios.
Juan Carlos Bernal